PULSO
Eduardo Meraz
Cada vez se ve más cercano el final del gobierno actual y conforme se aproxima la fecha de caducidad para el presidente totalmente palaciego, salen a relucir en todo su esplendor tanto los yerros, fallas, torpezas e incompetencias como el esquema purulento ideado por el cuatroteísmo para convertir los cochupos en su deporte predilecto.
Puede parecer exagerado calificar a la pretendida 4T como un proyecto en proceso de descomposición, pero no hay manera de poderlo desmentir. En cualquier programa o acción emprendida por esta administración donde se les rasque, fluye el tufo o la purulencia en el mal manejo de los recursos públicos, ya sea por iniciativa propia o en asociación con otros con las mismas mañas.
Para llevar a cabo su revolucionaria de acumulación de capital, no ha importado agraviar a sectores y grupos sociales; tampoco han parado en mientes para pasar por encima de la ley cuando no pueden acomodarla a su antojo.
Se distinguen, en este sentido, los atrabiliarios moditos presidenciales, cuyos efectos empiezan a aparecer e irán cobrando mayor presencia y relevancia en las semanas y meses por venir. Ya lo dice el refrán popular: “el que la hace la paga”. De ahí la inquietud del mandatario sin nombre y sin palabra, pues se da cuenta que apenas estamos ingresando a la temporada en la cual los agraviados querrán hacer efectivo tal dicho.
Forjados en los usos, abusos y costumbres de sus militancias previas, los liderazgos morenistas pretenden ahora engatusarnos con el cuento de haber sido engañados por malandros del pasado, cuando en realidad quieren disfrazar en la ineptitud su verdadero interés: constituir y dar forma al “Cártel del Moche”.
En estos cuatro años y medio de la gestión federal, hemos sido testigos cotidianos cómo la obediencia ciega en aras de cumplir las ocurrencias y caprichos emanados de Palacio Nacional, además de representar una onerosa carga por la ineficiencia oficial, tiene su recompensa al posibilitarles engordar los bolsillos a los principales de la casta cuatroteísta.
Ha sido tanta la incompetencia del cuatroteísmo, empezando por su líder máximo, que no sólo son incapaces de esconder bien sus fechorías, sino que se les empiezan a aparecer los cadáveres que tenían bien escondidos en el clóset o en las estaciones migratorias.
Prácticamente no hay programa o acción cuatroteísta donde no se registren fallas, retrasos, inoperancia; de igual forma, es casi universal la aparición de actos de corrupción en los contratos de obras y proyectos emprendidos en el sexenio actual, con lo cual se demuestra que son iguales a sus antecesores.
Hasta el momento el caso más escandaloso es el de Segalmex, donde se desconoce el paradero de 15 mil millones de pesos, pero algunas pesquisas empiezan a revelar su destino, vía lavado de dinero, compras inexistentes o carísimas, financiamiento a gobiernos bolivarianos. Le seguiría el caso de los contratos otorgados al cónsul de Nicaragua en México, para prestar -vía outsourcing- servicios de vigilancia en los centros migratorios.
Las obras insignia tendrán un sobrecosto de alrededor de 20 mil millones de dólares, de los cuales poco más de la mitad corresponden a la refinería de Dos Bocas.
Pero el escenario de turbulencia hacia el final del sexenio y los respectivos cobros de factura estarían incompletos si omitimos lo que se avecina en materia político electoral, de seguridad, narcotráfico y migración.
Noticias de días recientes en estos renglones, dejan ver una conjunción de acciones, internas y externas, que contribuirán a demostrar el avanzado estado de descomposición del cuatroteísmo, que tal vez requiera de varias amputaciones antes del final, si es que las aguanta.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Este jueves, el INE, el INAI y la UNAM le han propinado algunas cachetadas al oficialismo, poniendo en duda la veracidad de sus actos y decires.
@Edumermo