Neidan Macías y Translúcido: el latido transmasculino que estremeció el corazón del Orgullo

En medio del oleaje multicolor que recorrió la avenida principal de una ciudad sedienta de justicia y celebración, algo más que un carro alegórico se abrió paso: fue una epifanía rodante, una sacudida amorosa, una afirmación que se negó a susurrar. Bajo el sol furioso del verano capitalino y entre un mar de cuerpos que marchaban por la vida, por la dignidad y por el derecho a existir, el contingente de Translúcido emergió no como una comparsa más, sino como un poema en movimiento que reescribía las rutas de la visibilidad transmasculina en México.

Fue en la 47ª Marcha del Orgullo LGBTIQ+, ese ritual colectivo de júbilo y protesta, donde la plataforma Translúcido que dirige Neidan Macías se volvió más que un nombre propio: se volvió verbo, se volvió grito, se volvió puente entre lo que alguna vez fue imposible y lo que hoy ya nadie puede ignorar. Desde lo alto del carro que él mismo imaginó —y que con apoyo de manos generosas y corazones aliados se hizo realidad—, el productor de Capital por Cual tomó la batuta no solo para hablar, sino para encender con su voz una hoguera de esperanza.

Aquel carro no fue un adorno: fue un cuerpo palpitante. Decorado con luces, arte y música, su estructura vibraba como una piel colectiva, como una arteria por la que corría el amor propio de una comunidad que ha sido demasiadas veces negada. En cada beat, en cada aplauso, en cada paso firme, Translúcido proclamó que los hombres trans también son el orgullo, que también merecen bandera, escenario, canción y pancarta. Y que también merecen el mundo.

Ese día, Translúcido no solo participó en la marcha: la transformó. Con el respaldo de aliades como Bombas Grill BG, Del Tango al Tingo y Rodando a tu peda, con la complicidad artística de figuras como Olgasana, El Gato Callejero, Hiram y Said, Loreto, Ana Karen Rwiz, y muchas más voces que se sumaron con generosidad y coraje, el contingente se convirtió en una constelación en movimiento. Cada quien aportando luz, cada quien danzando en el vértigo de saberse parte de algo más grande.

Pero el corazón de todo esto fue Neidan Macías, faro y arquitecto de un discurso que no pide permiso. Su trayectoria no se cuenta en premios —aunque ha sido merecedor de la Medalla al Mérito Turístico del Congreso de la Unión y nombrado Embajador Turístico de la CDMX—, sino en trincheras abiertas a fuerza de amor y constancia. Fundador de la revista Translúcido y pionero como primer hombre trans en aparecer en la portada de BOYS.MEX, ha construido no solo una carrera, sino un hogar discursivo, una morada para quienes buscan en el espejo la dignidad que durante siglos se les negó.

Translúcido no es una revista, ni un carro, ni una marca: es una voz, una promesa, un compromiso con la representación honesta, el arte como resistencia y la ternura como estandarte. Lo que se vio aquel sábado de junio fue apenas un capítulo de lo que esta plataforma seguirá escribiendo. Porque Translúcido es futuro. Porque Translúcido seguirá haciendo historia.

Y quien estuvo allí lo supo sin necesidad de explicaciones: ese contingente brillaba distinto. No era solo maquillaje o escarcha; era la belleza del coraje, el eco de los que antes no pudieron marchar y la sonrisa de quienes hoy se saben al fin visibles. Ese carro no desfiló. Irrumpió. Abrazó. Cantó. Lloró. Y sembró una semilla en el corazón de la ciudad.

Neidan Macías, con su andar firme y su verbo luminoso, ha puesto a la transmasculinidad al centro del escenario con una fuerza que ya no puede ser ignorada. Y si el Pride es fiesta, protesta y amor, Translúcido fue todo eso y más: fue el aplauso que aún retumba, la nota alta que aún vibra, la revolución que ya nadie podrá detener.

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