PULSO
Eduardo Meraz
Una vez más, en refuerzo de su teoría conspirativa del complot y el sabotaje a su gobierno, la encargada de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anuncia el inicio de una nueva tarjeta de investigación, a fin de conocer cómo fue el “atípico” corto circuito en la estación Barranca del Muerto del Metro, del que resultaron intoxicadas alrededor de tres decenas de personas.
Como en esta oportunidad no hubo ningún deceso, la chica de la cola de caballo, no acudió al lugar de los hechos para dar un primer reporte, encaminado a establecer la línea de investigación predilecta: es la misteriosa mano del hombre y no la responsabilidad de las autoridades de tener este sistema masivo de transporte en excelentes condiciones.
Desde hace dos décadas y media el Metro ha estado en manos de gobiernos autollamados de izquierda y conforme pasan los años, el deterioro en sus instalaciones, trenes, equipos, personal han venido sufriendo un deterioro constante.
Las ruinosas condiciones en las que hoy se encuentran muchas de sus instalaciones son resultado del descuido y negligencia de esos gobiernos, pues no obstante que en ese periodo el costo del pasaje aumento en cuatro veces -de 1.50 a 6 pesos-, las supuestas mejoras en realidad han sido simples “manitas de gato”, que en la actual administración ya se tradujo en casi 30 usuarios muertos por fallas del sistema.
A lo largo de su existencia el Sistema de Transporte Colectivo ha posibilitado el enquistamiento de grupos e intereses políticos y económicos, que se esconden en las entrañas de este medio de movilidad, lo que bien podría denominarse como si fuera un cuento de las Mil y Una Noches, como “Ali Babá y los túneles del Metro”.
En el fondo, las últimas administraciones del subterráneo lo han convertido en un tianguis, no sólo por la proliferación de vendedores ambulantes, sino por el constante intercambio de cuotas y de cuates que han encontrado modalidades diversas para hacer oscuros negocios, sin importarles en demasía la salud y la vida de los pasajeros.
Hoy, para justificar la indolencia, se recurre al fácil expediente de la “atipicidad” de los miles de incidentes, cuando en realidad son consecuencia del abandono presupuestal, pues además de el no incremento en términos reales de los recursos destinados al mantenimiento y mejoramiento del Metro, se presentan subejercicios, como símbolo inequívoco de negligencia.
Pero eso sí, tras el empujonzote del presidente totalmente Palacio Nacional del viernes pasado, quien se cree la corcholata preferida, se envalentona y dice tener los arrestos suficientes no únicamente para ganar la postulación de Morena, sino para hacerse de la Presidencia de la República y recuperar para el partido guinda la Ciudad de México.
Más aún, reta a opositores y autoridades electorales, al anticipar que continuará con sus giras por el interior del país para hablar de las “políticas exitosas” aplicadas en el último cuatrienio en la Ciudad de México, como por ejemplo ocupar el primer lugar a nivel nacional, tanto en contagios como en decesos por Covid-19.
De memoria flaca, la chica de la cola de caballo olvida que en 2021 perdió la mitad de la capital del país por su mala gestión, no obstante, el continuo respaldo del titular del ejecutivo federal.
Millones de ciudadanos utilizan el Metro para desplazarse y realizar sus actividades cotidianas; son potenciales votantes lastimados por los continuos retrasos, fallas e incidentes, y seguramente reflejaran du descontento a la hora de emitir su sufragio.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
De los casos de García Luna y de Jasmín Esquivel, ¿cuál será el que contenga más “choro mareador”? ¿Le podrán competir a la mañanera?
@Edumermo