El dinero atrapado se impone como el gran enemigo de la liquidez en las empresas mexicanas: Xepelin

Millones en efectivo se mantienen inmovilizados en las facturas por cobrar de las empresas mexicanas. Un alto porcentaje de negocios que evita el crédito bancario subraya la necesidad de alternativas para acceder a fondos de operación. El factoraje emerge como un mecanismo financiero que permite monetizar cuentas por cobrar, ofreciendo liquidez sin generar nueva deuda
La falta de digitalización, la baja bancarización, las estructuras de pago ineficientes y una cultura empresarial basada en el autofinanciamiento son algunos de los principales factores detrás del fenómeno del «dinero atrapado», uno de los mayores obstáculos para las pymes mexicanas, señala el ejecutivo. Esta limitación no solo frena el crecimiento y liquidez, sino que compromete su competitividad en un entorno cada vez más exigente. 

De acuerdo con datos de KPMG México, más del 40% del capital de trabajo de las pymes en el país permanece inmovilizado en cuentas por cobrar o inventarios, una situación que restringe su liquidez y capacidad de maniobra operativa.

La gestión de la liquidez sigue siendo una de las principales batallas para las empresas mexicanas. Datos del Banco de México revelan que, al primer trimestre de 2025, un contundente 86.7% de las empresas en el país no utilizó nuevos créditos bancarios, y una vasta mayoría (78.9%) simplemente no los solicitó. 

Si bien esto puede indicar cautela, también subraya una posible falta de opciones o la percepción de un acceso costoso al financiamiento tradicional, dejando a muchas empresas con recursos atrapados en sus cuentas por cobrar. Esta situación, donde se generan ingresos pero el efectivo no fluye a tiempo, no solo limita la operación diaria, sino que también obstaculiza el crecimiento, la inversión y puede derivar en el pago de intereses elevados o la pérdida de oportunidades de negocio.

Alejandro Toiber, Director General de Xepelin, enfatiza la urgencia de cambiar esta perspectiva. «En muchas ocasiones, estas facturas representan un activo que puedes aprovechar para mejorar la liquidez sin necesidad de adquirir deudas adicionales. Es hora de un cambio de mentalidad y adoptar prácticas financieras más inteligentes para evitar costos innecesarios y la pérdida de oportunidades», señala Toiber.

Facturas: de simples documentos a activos estratégicos
Las facturas por cobrar no deberían ser vistas solo como papeles que esperan un pago, son activos valiosos que pueden ser monetizados para optimizar la liquidez empresarial. La contradicción es palpable, ya que a pesar de contar con una base de clientes recurrentes y confiables, muchas empresas no logran capitalizar esta información a su favor al solicitar un crédito tradicional. El experto insiste en la necesidad de utilizar estas facturas como garantía de flujo, en lugar de recurrir sistemáticamente al endeudamiento que impacta el balance.

El factoraje es una herramienta financiera que permite a las empresas vender sus facturas pendientes a una entidad especializada (la empresa de factoraje). A cambio, obtienen un adelanto inmediato de efectivo, lo que les permite mantener sus operaciones y aprovechar oportunidades de crecimiento sin la presión de los largos plazos de pago de sus clientes. 

Esta práctica es un pilar en mercados desarrollados como Estados Unidos y Chile, donde se posiciona como una de las principales opciones para mantener niveles óptimos de liquidez sin generar nuevas deudas. En estos países, el factoraje suele representar una parte significativa del financiamiento de las PyMEs. Por ejemplo, en Chile, el factoraje representa aproximadamente el 8% del PIB, mientras que en México, aunque ha crecido, su penetración es aún menor, lo que sugiere un vasto potencial no explotado.

«¿Por qué el empresariado mexicano sigue corriendo a un banco o financiera en lugar de explotar el capital que ya ganó y que se encuentra presente en sus propias facturas o cuentas por cobrar?», cuestiona Toiber, atribuyendo este rezago a la complejidad, la burocracia y la lentitud que han caracterizado históricamente al factoraje tradicional en el país.

La revolución del factoraje tecnológico: agilidad y eficiencia
La irrupción del factoraje tecnológico está redefiniendo el panorama en México, presentando una alternativa ágil y eficiente al modelo tradicional. Este enfoque digital permite anticipar el acceso a los ingresos ya generados y facturados, simplificando drásticamente el proceso de aprobación y desembolso de fondos.

El factoraje tecnológico ofrece beneficios que lo distinguen de un crédito bancario convencional, entre ellos salud financiera, impacto en la calificación crediticia y en la relación con clientes. 

En términos de salud financiera y a diferencia de un préstamo, el factoraje no aumenta el nivel de deuda en el balance general de la empresa, lo que impacta positivamente sus indicadores financieros y su capacidad de endeudamiento futuro.

Existe un impacto en la calificación crediticia, ya que al obtener fondos de manera oportuna, las empresas pueden cumplir con sus obligaciones (pago de impuestos, proveedores, nómina, etc.) a tiempo, lo que puede mejorar su historial y calificación crediticia a largo plazo.

El factoraje también contribuye al fortalecimiento de la relación con clientes, ya que al adelantar el pago de facturas a través de un tercero, se evitan negociaciones sobre plazos de pago o la necesidad de ofrecer descuentos significativos a los clientes para acelerar la cobranza, preservando la relación comercial.

«Es hora de dejar atrás la creencia arraigada de que el crédito es una solución universal para temas de liquidez. «Hoy, el mayor capital de muchas empresas no está en sus cuentas bancarias, sino en sus facturas pendientes. El reto está en liberarlo», concluye Alejandro Toiber. El objetivo es abrir un nuevo horizonte para los empresarios mexicanos, ayudándolos a desbloquear el valor oculto de sus facturas y a derribar barreras y prácticas obsoletas que limitan el crecimiento y la competitividad de sus negocios.