LA MAGIA INTACTA: ERREWAY CELEBRA LA ETERNIDAD DE REBELDE WAY EN LA CIUDAD DE MÉXICO

La noche del fin de semana en el Pepsi Center de la Ciudad de México no fue una más en la agenda de conciertos capitalinos: fue una ceremonia de memoria compartida. Erreway, aquel fenómeno nacido de la ficción y transformado en carne y música, volvió a encontrarse con su público mexicano en un espectáculo que superó las fronteras de la nostalgia para convertirse en un acto de reafirmación generacional.

Camila Bordonaba, Felipe Colombo y Benjamín Rojas se mostraron sobre el escenario con la energía intacta de aquellos años en los que Rebelde Way encendió pantallas y corazones. Su reencuentro con México, dentro de la gira “Juntos otra vez”, fue recibido por un coro multitudinario de voces que viajaron desde distintos rincones del país, e incluso de más allá de las fronteras, para volver a cantar esas canciones que marcaron adolescencias enteras. Entre el público, no faltaron los atuendos inspirados en los uniformes de la serie: faldas y pantalones de mezclilla, sacos escolares y corbatas rojas que convertían al recinto en un espejo vivo de aquel universo televisivo.

Durante más de dos horas, el trío argentino desplegó una colección de himnos que parecían haber quedado suspendidos en el tiempo, pero que en realidad se habían quedado sembrados en la memoria colectiva. Sonaron con fuerza temas como “Te soñé”, “Será de Dios”, “Vivo como vivo”, “Dije adiós” y “Dos segundos”, cada uno convertido en una llave que abría pasadizos emocionales. Los asistentes respondieron con la devoción de quien no olvida y, entre aplausos, lágrimas y gritos, tejieron un coro interminable que hizo vibrar al recinto.

El momento más emotivo surgió cuando los artistas, conmovidos por el eco de tantas gargantas, agradecieron entre sonrisas y miradas brillantes. “México siempre fue nuestra casa”, expresaron, y lo demostraron enfundándose en camisetas de la Selección Nacional, gesto que desató un rugido de complicidad. Más tarde, el juego con la cultura local se intensificó cuando, al ritmo de “Para cosas buenas”, aparecieron sobre el escenario con máscaras de lucha libre, símbolo inequívoco de la mexicanidad.

Lo que sucedió aquella noche fue más que un concierto: fue un viaje colectivo al tiempo en que Rebelde Way no era solo una telenovela, sino un refugio, un lenguaje propio para millones de jóvenes. Erreway devolvió esas emociones con madurez, con la certeza de que los años no apagan las canciones, sino que las transforman en cicatrices luminosas que acompañan a quien alguna vez se dejó tocar por ellas.

Así, el Pepsi Center fue testigo de un reencuentro que no apeló únicamente al pasado, sino que confirmó la vigencia de una historia que se resiste a desvanecerse. Porque si algo quedó claro esa noche es que Erreway no solo cantó para su generación, sino que sigue escribiendo capítulos en la memoria afectiva de quienes aún se reconocen en cada acorde.

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