Melón o sandía

PULSO

Eduardo Meraz

Al más puro estilo de Morena, el cuatroteísmo ha hecho de su encuesta para elegir a quien sería su candidato(a) a la Presidencia de la República un verdadero embrollo; las trapacerías han sido la constante en este proceso para recabar la opinión y contar 12 mil 500 boletas.

Si la pretensión era la de crear suspenso, puede decir: misión cumplida, aunque para ello haya sido necesario exhibir una vez más el ADN morenista, de siempre buscar la manera de burlar las normas, sin importar los costos.

Lo trompicado de la “fórmula” ideada en Palacio Nacional, es claro síntoma de que el principio y fin del proceso electivo morenista se define en ese sitio, pues el hecho mismo de ser el mandatario el primero en conocer el resultado de la encuesta, es la forma de taparle el ojo al macho sobre quién es el verdadero elector.

Si impuso el método, las reglas y los tiempos, es obvio también será el responsable de la designación del abanderado de Morena, escudándose en una más de sus consultas patito, donde de antemano se conoce el resultado: su voluntad unipersonal.

Por más que lo niegue el habitante temporal del palacete virreinal, los caminos seguidos por las seis corcholatas seis para granjearse su respaldo y la permisividad otorgada a algunas de ellas, dejaban ver su inclinación hacia quien dejará como bastonero(a).

La voluntad ciudadana o de sus correligionarios lo tienen sin cuidado, pues lo importante es imponer sus “moditos”.

Así lo hizo con la cancelación del aeropuerto de Texcoco y con la construcción del Tren Maya, donde supuestamente tomó la opinión de quienes se verían afectados o beneficiados con ambos proyectos. En el caso del aeródromo, no fueron los usuarios de este medio de transporte los opinantes, como tampoco lo fueron las comunidades indígenas de Chiapas, Yucatán y Campeche.

Entre los principales contendientes del partido guinda el dinero no les preocupa, como lo demuestra el derroche de recursos realizado desde hace dos años para posicionarse en la mente de seguidores y simpatizantes.

Las “operaciones financieras” realizadas desde sus cargo y encargos, les permitieron hacer el “guardadito” no sólo para la campaña, sino para la ante y la pre, por supuesto con el visto bueno del mandatario palaciego que, en caso necesario, las resguardaba bajo el precepto de “seguridad nacional”.

Los supuestos cinco millones que otorgó Morena a cada una de sus corcholatas, fue una tomadura de pelo. Hicieron caso omiso de la austeridad y del concepto presidencial de que ya no es el tiempo en que los medios introducían en el mercado a cualquier persona como si fuese un producto chatarra, un detergente con mucha publicidad.

El duelo final entre Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard por obtener la mayoría de las preferencias, sintetiza el momento del morenismo: ¿hasta dónde es necesaria la continuidad, ya sea con cambio, sello propio o segundo piso?

Más allá de los otros datos, el país y sus habitantes sufren los estragos de un gobierno caprichoso, que gasta de más y mal; que privilegia proyectos sin viabilidad financiera y cuya operación deberá ser subsidiada por los contribuyentes, además de haber incrementado la deuda.

En cambio, la calidad y cantidad de los servicios de salud y educativos cada vez disminuye. Tan es así que, en una especie de auto expiación, el presidente innombrable sostuvo hoy:

“No cualquiera puede gobernar el país, y lo que estoy viendo no es suficiente para lo que necesita, México y su pueblo merecen un mejor destino, no cualquiera”.

¿Para quién, Claudia o Marcelo será su gran noche? ¿Melón o sandía?

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Xóchitl Gálvez: Presidente, estoy de acuerdo que no se puede gobernar el país con groserías. Grosería es no recibir a madres buscadoras. Grosería es que no hay medicinas. Grosería es cancelar estancias infantiles Grosería es robarse dinero de mega obras.

Más que grosero, es ofensivo.

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