Desde las yardas de la NFL hasta los laberintos del flow y la resistencia, Reggie Stephens ha hecho del viaje una bandera, del exilio una melodía, y del beat, una forma de protesta y pertenencia. Hoy, en un acto de alquimia sonora que desafía fronteras, este exjugador convertido en rapero consciente irrumpe con fuerza en el universo musical con el estreno de dos sencillos que reescriben los mapas del hip hop latino: Black Man in Mexico y Margarito 2. Ambos temas forman parte de un proyecto tan ambicioso como íntimo, tan callejero como cósmico, que lleva por nombre The Collective Root, un cruce de caminos donde el tambor africano se encuentra con el requinto jarocho y las trompetas del jazz se elevan como antorchas frente a las injusticias que arden a ambos lados de la frontera.
Este proyecto, editado por Round Whirled Records, es un puente sonoro que une la historia afroamericana con la afromexicana, hilvanado por un equipo de mentes y manos maestras. Al frente, el doctor del groove Greg Landau —alias Dr. Gregorio— cuya visión transfronteriza ha orquestado proyectos con leyendas como Susana Baca y Maldita Vecindad. A su lado, el mítico One Drop Scott, leyenda viva del hip hop californiano y beatmaker de gigantes como Mac Dre, E-40 o Scarface. La ecuación la completa el músico y productor mexicano Last Jerónimo, con su oído entrenado para entretejer la raíz con la vanguardia. Y, como columna vertebral de esta sinfonía de consciencia, Reggie Stephens, cuya pluma late como un corazón que aprendió a rimar en el campo de batalla social.
Reggie Stephens, además de ser un ex jugador destacado de la NFL que representó a los New York Giants, ha encontrado su voz y su pasión en la música después de su carrera deportiva. Su versatilidad como rapero y vocalista le ha llevado a colaborar con artistas de renombre, entre ellos Bon Jovi, el legendario George Clinton de Funkadelic, el virtuoso percusionista ex-Herbie Hancock Bill Summers y el aclamado productor de hip hop One Drop Scott en el proyecto Forward Back. Además, One Drop Scott ha dejado su huella en la industria de la música trabajando recientemente con Headhunters, un influyente grupo de jazz funk que colaboró estrechamente con el icónico Herbie Hancock en la década de 1980.
En Black Man in Mexico, Stephens canta desde el asombro y la gratitud, desde la mirada que se sabe extranjera pero también abrazada. El tema es una oda poderosa a la pertenencia inesperada, una confesión poética sobre lo que significa ser un hombre negro en tierra mexicana, no como turista, sino como parte viva de un pulso que lo arropa y lo transforma. La pieza explora esta identidad plural con una base envolvente de son jarocho interpretado por Benito Cortez, del mítico grupo Los Cojolites, y una atmósfera jazzística dibujada por el piano de Omar Sosa, bajo la producción de Last Jerónimo y el ritmo inconfundible de One Drop Scott. El resultado es un canto mestizo, un himno que cruza el Mississippi con el Papaloapan y hace de la música una brújula para el alma errante.
Por su parte, Margarito 2 es un golpe seco al sistema, una crónica cantada de un México doliente y de un Estados Unidos que no ofrece redención, solo otro tipo de abismo. Aquí, las rimas incendiarias de Serko Fu dibujan a Margarito, un trabajador acosado por la policía, víctima del abuso y la discriminación. Reggie, desde la trinchera opuesta del mapa, completa el retrato narrando los paralelismos que enfrentan los cuerpos racializados en ambos lados del muro. La Orquesta Nacional de Jazz de México, con su virtuosismo vibrante y juventud indómita, eleva el relato a una dimensión épica, fusionando los colores del corrido tumbado con la urgencia del hip hop y la elegancia del jazz contemporáneo.
Lo que The Collective Root propone no es solo música, es una declaración de principios. Es el eco de los tambores que cruzaron el Atlántico esclavizados y hoy resuenan libres en Veracruz, en Oakland, en Chiapas, en el Bronx. Es la diplomacia del ritmo, la comunión entre culturas que han sobrevivido a través de la creación. Con estos dos lanzamientos inaugurales, Reggie Stephens y su colectivo no sólo presentan canciones, sino abren portales. Portales donde la historia se baila, el dolor se rapea y la esperanza se afina.
Black Man in Mexico y Margarito 2 ya están disponibles en todas las plataformas digitales, como semillas musicales esperando ser sembradas en los oídos fértiles del mundo. Porque cuando un hombre encuentra su voz, y la hace eco de otros, el resultado no es un disco: es un manifiesto.