El expresidente Donald Trump volvió a encender la polémica al acusar de “sedición” a varios congresistas demócratas que cuestionaron la legitimidad de su presidencia en 2016. En declaraciones recientes, Trump afirmó que quienes impugnaron su victoria deberían enfrentar consecuencias legales y mencionó incluso la posibilidad de aplicar la pena de muerte en casos de sedición, una postura que ha generado fuertes críticas.
El exmandatario argumenta que los legisladores demócratas “intentaron desestabilizar al país” al desafiar los resultados electorales hace ocho años, pese a que dicho procedimiento —la objeción al conteo de votos del Colegio Electoral— está previsto en la ley y ha sido utilizado tanto por demócratas como por republicanos.
La retórica de Trump ocurre en un contexto político tenso rumbo a 2026, marcado por la polarización y por los procesos judiciales que enfrenta. Sus declaraciones reavivaron el debate sobre los límites de la libertad de expresión, el uso político del término “sedición” y el peligro de criminalizar la oposición legislativa.
Analistas señalan que este tipo de mensajes está dirigido a reforzar su base electoral, mientras que representantes demócratas han acusado al magnate de intentar intimidar a sus adversarios políticos. Por ahora, no existe ningún proceso legal que respalde las afirmaciones de Trump, pero sus palabras han colocado nuevamente el tema en el centro del debate nacional.





